Ya nos imaginamos a algunos funcionarios de
la administración municipal felicitándose mutuamente por el éxito de la
participación de la ciudadanía en la definición del futuro de ciudad y apurados
por entregar informes de asistencia y “propuestas” para presentar como un gran
indicador de participación ciudadana en la revisión y ajuste del POT. No nos
sorprende este tipo de prácticas de esta y las anteriores administraciones que
se tomaron como principio disuasivo el pan
y circo cuando se trata de discutir
temas trascendentales para la ciudad.
A que funcionario con un mínimo grado de
sensatez se le ocurre que el imaginario de ciudad se discute en medio de un
concierto musical donde de forma cínica y descarada se pretende que en medio de
la euforia colectiva se pueda Pensar-
opinar- y trasformar una ciudad que
no requiere de maquillajes sino de una profunda trasformación social,
económica, política y cultural. Es como pensar que en un concierto de Madona se
pueda discutir y tomar medidas drásticas frente al conflicto urbano y la crisis
de los derechos humanos en ésta…la ciudad más innovadora del mundo.
Si la ciudadanía es una pieza fundamental de
la revisión en la revisión del Plan de Ordenamiento Territorial, porque no
se crea una mesa de diálogo y concertación
permanente para que las propuestas formuladas por las comunidades en la
estrategia de participación y movilización llevadas a cabo por el mismo
Departamento Administrativo de Planeación sean recogidas en el nuevo POT de
Medellín. La participación no puede seguir siendo un embrujo, ni simplemente un
instrumento que se pueda medir en listados de asistencia y refrigerios. La
participación de la ciudadanía en la exigibilidad de los derechos bebe ser real,
no simbólica. Un derecho no se pude garantizar con una valla publicitaria, con
pautas televisivas o con conciertos de grandes artistas. El imaginario de
ciudad debe ser una discusión cualificada, informada y en espacios donde se tomen decisiones. Deben ser espacios
para deliberar, no para alienar más a esta ciudadanía que se embriaga hasta los
tuétanos con los cientos de conciertos que se les ofrece en esta temporada, con
las luces que ilumina el centro de la ciudad pero apagan las laderas de
Medellín. Con la publicidad de la opulencia y bondades de la ciudad y la
impunidad que esconde la miseria y el miedo de la mayoría de las y los
ciudadanos de esta ciudad.
Exigimos verdaderos espacios de participación
y debates de ciudad, no pan y circo para legitimar la voluntad de las mayorías.
MESA POR E DERECHO
A LA CIUDAD “POR UNA CIUDAD SIN HAMBRE, SIN MIEDO Y CON DERECHOS
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