“Para
hacer esta muralla, tráiganme todas las manos, los negros, sus manos
negras, los blancos, sus blancas manos. Una muralla que vaya desde la
playa hasta el monte desde el monte hasta la playa, allá sobre el
horizonte” con esta canción del Grupo Quilapayún, se instaló
en la ciudad de Bogotá la Cumbre Agraria, campesina, étnica y
popular que se realizó del 15 al 17 de marzo de 2014, donde se
congregaron cientos de organizaciones sociales y políticas para
formular en la búsqueda del buen vivir, un pliego unitario de
exigencias al Estado colombiano; es así pues como organizaciones
como el Coordinador Nacional Agrario, Movimiento Político y Social
Marcha Patriótica, Mesa de Interlocución y Acuerdo, Proceso de
Comunidades Negras, Congreso De Los Pueblos, Minga Indígena Social
y Popular, Mesa Nacional De Unidad Agraria, Coalición de
Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia, Coordinación
Nacional de Organizaciones y Movimientos Sociales y Políticos,
Movimiento por la Constituyente Popular, Asociación Nacional de Zonas
de Reserva Campesina – Anzorc, Red De Semillas Libres, Fensuagro,
entre otras, se hicieron presentes en la Cumbre.
Aunque
en el momento actual las organizaciones campesinas son quienes pueden
poner en cintura al gobierno nacional, los procesos urbanos también
participaron en la Cumbre y pusieron de presente las propuestas
relacionadas con la vida digna, como un punto de partida para el
camino que también nos tenemos que trazar en las ciudades.
El
tema de la participación, la consulta previa para comunidades
étnicas y la consulta popular para las comunidades campesinas y
urbanas, fue una de las exigencias más recurrentes en cada una de
las mesas de discusión, demostrando que la mayor responsabilidad por
las condiciones actuales de vida de los sectores campesinos y urbanos
recae en la falta de consulta e imposición de políticas y medidas
legislativas que desconocen el papel de las comunidades en la
definición de sus modos de habitar el territorio, tal y como lo
afirmó uno de los campesinos en la mesa: “el dueño de la casa es
quien sabe donde está la gotera pero el gobierno colombiano nos
quiere desconocer atropellando nuestros sueños y aspiraciones”
Frente
al pliego unitario de exigencias se acordaron propuestas relacionadas
con la tierra, el territorio y la soberanía, la política
minero-energética, los derechos políticos y las garantías para la
participación, los derechos sociales, la economía propia, la
relación campo- ciudad y las políticas de tratamiento a los
cultivos de coca, marihuana y amapola.
Entre
las propuestas que surgieron en la mesa que nos concierne: relación
campo-ciudad, cabe destacar las reivindicaciones por el acceso a los
servicios públicos domiciliarios y el manejo público y comunitario
del agua; la condonación de las deudas de los desconectados, los
mínimos vitales y establecimiento de una tarifa social de los
servicios públicos domiciliarios que corresponda a los costos reales
de producción, la vivienda digna y el desmonte del uso del suelo
controlado por el mercado; la reformulación de la ley orgánica del
plan de ordenamiento territorial que necesariamente cuente con la
participación efectiva de la población en la toma de decisiones;
la consulta popular frente a los proyectos y megaproyectos que nos
afectan. Estas y las demás propuestas por la dignidad de los
habitantes urbanos se contemplarán en una Reforma Urbana Integral,
propuesta que vienen caminando con más fuerza organizaciones de
Medellín y Popayán.
Por
parte de los campesinos las principales desavenencias frente al
gobierno colombiano están marcadas porque éste no ha cumplido con
los compromisos que asumió con la Mesa de Interlocución y acuerdo
fruto del paro agrario del año anterior, en contraposición a ello,
el gobierno hace propaganda mediática de un pacto agrario, que no
tiene nada que ver con las soluciones a las necesidades reales de los
campesinos, por tal razón para finales del mes de abril las
organizaciones agrarias, campesinas y étnicas se proponen hacer un
paro de grandes magnitudes, de manera que al gobierno del presidente
Santos se obligue a cumplir definitivamente con los compromisos
frente al campo colombiano históricamente abandonado y concesionado
a grandes empresarios, en detrimento de la pequeña y mediana
producción campesina.
Por
último, nos queda pues la tarea de alimentar en la ciudad las
reivindicaciones urbanas propuestas en el pliego unitario, a las
cuales debe dársele contenido político y una ruta común para su
exigencia, de manera que construyamos una plataforma de lucha en el
marco de una reforma urbana integral, aprovechando desde ya que en la
ciudad distintas expresiones organizativas vienen caminando juntos en
la preparación del Foro Social Urbano Alternativo y Popular.
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