Con
el propósito de visibilizar las problemáticas a las que nos
enfrentamos y generar propuestas para el fortalecimiento de la
articulación comunitaria desde el arte, la cultura y la noviolencia
como formas de expresión popular, el pasado 26 de octubre volvieron
a relucir las comunidades barriales mediante la Marcha Carnaval en el
marco del 7mo
Festival Comunitario Por La Vida Y La Dignidad donde
por unos instantes el ruido de motores de las céntricas calles de un
publicitado pero excluyente Medellín, se fundió entre ruido y
fiesta popular.
Muchos
transeúntes se tragan el cuento de “Medellín un hogar para la
vida”, pero de la única forma que se sienten tocados por quienes
no tienen ni Medellín ni hogar para la vida, es cuando se detienen
sus ojos y vehículos atónitos ante la inconformidad y fiesta de
cientos de personas de los barrios populares quienes saben que el
hogar será para la vida tranquila de turistas y adinerados “paisas”.
Porque eso si, la realidad es que Medellín ha sido -como la mayoría
de ciudades conectadas al mercado mundial- ajena a las necesidades de
sus habitantes más empobrecidos, y más bien se ha tornado en ”un
hogar para la miseria” en el que se ha implementado un modelo de
ciudad que pasó de ser industrial a economía de servicios, y cada
vez atrae más empresas y grupos económicos a encontrar qué vender,
mientras sin dinero en los barrios, desbordados de ese modelo, sus
habitantes se ven sin con qué comprar siquiera comida.
Los
Festivales Comunitarios por la vida
Es
necesario tener en cuenta que la iniciativa de Festival Comunitario,
se
materializó en el 2002
con el propósito de expresarle a la sociedad las propuestas
políticas construidas por los procesos comunitarios frente a los
territorios, el desarrollo local, la exigibilidad de los DDHH y la
paz con justicia social. Su
mayor propulsión la dio la Red de Organizaciones Comunitarias –ROC-,
que articulaba organizaciones de diferentes barrios de Medellín, y
desde inicios de la década pasada tuvo gran incidencia en la ciudad
con acciones colectivas, para instalar en la discusión de temas de
ciudad,
la exclusión y la
situación precaria
de los sectores
populares. El Festival llegó
hasta su 6ta versión en el año 2007, luego retomó la apuesta
articuladora bajo el nombre de Foro Social Popular hasta el año
2010.
Actualmente
algunas organizaciones comunitarias de la ciudad retomamos la idea de
realizar nuevamente el Festival Comunitario, con la intención de
reconstruir confianzas, hacer un reconocimiento mutuo y avivar
nuestra articulación, a partir de la solidaridad, la identidad
popular, el diálogo de saberes, el intercambio de experiencias, la
movilización social y las luchas por la vida digna. En esta 7ma
versión, con una nutrida participación, tuvimos actividades desde
el 30 septiembre hasta el 28 de octubre.
La
Marcha Carnaval por la Vida y la Dignidad
El
26 de octubre en el centro de Medellín hubo una nueva fiesta en la
calle, y retomamos la ciudad bañando de música y colores sus
tediosas avenidas, cambiando por unos instantes su rostro cansado por
rostros de cientos de niñxs, mujeres y hombres que exigen habitar su
territorio con dignidad -el derecho a la ciudad-, además de
cuestionar la realidad de guerra, miseria y exclusión que tan solo
beneficia a algunos empresarios y politiqueros. Personajes como el
abuelo Luis quien acompañó a las demás vecinas del barrio
Carpinelo –comuna 1- disfrutaron de esta otra forma de protestar:
artistas en monociclos, malabares y gente disfrazada entre la
multitud hicieron del recorrido más que una marcha, una reunión en
la calle con mucho movimiento en zigzag y círculo, colores que
anduvieron de lado a lado, bailes, zanqueros, teatro popular, medios
de comunicación alternativa y popular, además de la comicidad de
unos jóvenes payasos escribiendo con aerosoles en los muros “lucha
y resiste” entre otros gritos, todas estas actividades se mofaron
de la criminalización a las acciones “fuera del permiso y de la
cultura de la limpieza y el vacío”.
Al
aire de una tarde fresca, en la marcha carnaval se notó también la
diversidad de chirimías y el Ruido Popular-Comunitario fortalecido
por los altoparlantes ubicados en la tarima ambulante con consignas
variadas “las mujeres no somos mercancía”; “No al capitalismo
verde y a la mercantilización de la naturaleza y la vida”; “El
agua vale más que el oro, no a la explotación minera”; “Queremos
los barrios libres de guerras, miedos y violencias”. Los pasacalles
con sus diversos mensajes, hablaban a los transeúntes del Movimiento
Comunitario, sus propuestas, sus reivindicaciones. Al igual que las
coloridas y atrayentes pancartas como la de la Coordinadora de
Mujeres Zona Nororiental Artesanas de la Vida Constructoras de Paz,
se hicieron notar igualmente las pancartas pintadas en pliego de
cartón paja, llevadas a lo alto con un palo. Estas visibilizan
consignas de todo tipo, por ejemplo la expresión de El comité
Comunitario Vecinal – Rayito de Sol, o la de “por una salud digna
y urgente, no al paseo de la muerte” de gran interés actualmente.
Siendo
un gran despliegue de cultura popular en medio de un grueso y tenso
contexto, en esta ocasión hubo tanta energía y emoción en quienes
desean vida digna sin miseria ni exclusión, que estas líneas son
cortas para cubrir dicho evento asentado al final con grupos
musicales, de baile, cuentos y teatro callejero en el irónicamente
llamado parque Bicentenario.
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