viernes, 28 de diciembre de 2012

Desconectados de la Primavera

Por el K-minantes colectivo
http://kaminantesfilms.wix.com/k-minantescolectivo#!desconectados-de-la-primavera/c1209

Ríos de luces se levantan bajo el eslogan que creó la ciudad de Medellín por estas fechas: “Navidad, Luz de vida”. Los ríos de luces están acompañados por mares de gentes que se pasean año tras año con cierto orgullo por las principales calles y avenidas del Área Metropolitana. Las ventas se acrecientan como es de esperar y ese espíritu de comprar y comprar, muchas veces más que de compartir, hincha el pecho de estas marejadas apresuradas.


Doña María se levanta muy temprano en una de las muchas comunas que brotan entre las altas montañas de la ciudad. Sus 3 nietos siguen soñando todos en una misma cama. Abre las puertas y ventanas improvisadas con tablas y plásticos y deja entrar la mayor cantidad de luz posible. Los niños despiertan uno tras otro y ella, aunque con la misma cara de preocupación habitual, los abraza y sirve el agua de panela que acaba de calentar en el fogón improvisado con pequeños leños que ideó hace ya muchos días. Mientras toma los primeros tragos del día, no deja de inquietarse, no entiende como 18 mil bombillas encendidas por estas fechas alegran a centenares de ojos, mientras ella y los suyos no tienen la posibilidad de contar con una sola luz encendida dentro de su casa. El pequeño árbol de navidad permanece ahí, sin luces ni regalos.


Acceder a los servicios públicos se ha convertido en cuestión de privilegiados, así como el que tiene para comprar un par de tetas para el regalo de 15´s de su hija o el carro último modelo, otros se ven ante la decisión de cómo hacer rendir los absurdos ingresos que reciben en medio del rebusque en esta ciudad que aparece como una de las más innovadoras del mundo. La lógica responde, el alimento prima en la escala de necesidades y pagar las altas facturas por luz y agua ya no es opción para miles de familias. Así es que llegan al estado de desconexión de esos servicios que se hacen llamar públicos.


Y no es difícil estar indignados por no poder tener en casa la electricidad que se crea a partir de los recursos naturales que se suponen ser de todos, o no contar con condiciones dignas como lo dictan las sentencias que prohíben la desconexión donde habitan menores de edad, personas enfermas y de la tercera edad. Una cuestión básica de respeto por la humanidad se vuelve compleja en un mundo donde los intereses sociales de una gran mayoría son remplazados por los intereses económicos de un manojo de encorbatados. Es en este punto de inconformismo por la inequidad y falta de garantías donde se acrecienta la voz de la comunidad vulnerada.

Antorchas encendidas, tambores, teatro, malabares y cantos aparecen entre los visitantes atraídos por las cautivadoras luces que decoran la ciudad. Los desconectados marchan por la luz, alzando el fuego, gritos que salen de la oscuridad que les fue impuesta por no tener la cantidad de billetes adecuados. Trapos y pancartas, rostros de niños, jóvenes y adultos motivados por dramas colectivos que superan cualquier telenovela de alto presupuesto en las cadenas nacionales, relatos que no encabezan titulares de ningún noticiero, ni aparecen en las primeras páginas de la prensa local.


“Navidad, luz de vida” parece un chiste cruel en una ciudad que despilfarra recursos en nombre de la belleza y la innovación, que aplaude discursos de inclusión social, mientras desampara las necesidades básicas de gran parte de su población.

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